jueves, 27 de mayo de 2010

LA LIBERTAD.

El término libertad tiene dos acepciones. En primer lugar significa un estado, "ser libre", opuesto a "ser esclavo" o a "estar prisionero"; manifiesta, por tanto, la ausencia de atadura o servidumbre, y la más de las veces implica la desvinculación de un pasado. Se es libre por cesación o alejamiento de una circunstancia pasada que impedía la libertad. Para referirnos a este primer sentido usaremos la palabra "liberación".

En segundo lugar, libertad significa la posibilidad de decidir la propia acción; se ejercita en el presente mirando hacia el futuro y pertenece al mundo de la relación, determinando el modo de acercarse a personas o cosas; la llamamos "libertad" a secas.

La liberación constituye al hombre en estado de persona; la libertad es el ejercicio de la actividad personal. La primera es requisito y salud; la segunda, vida y acción. A menudo se habla de libertadd sólo en el primer sentido; así es como la entienden los llamados movimientos liberadores. Su ímpetu tiene una razón muy válida: la liberación es requisito indispensable para ser hombre y no animal o cosa; pero no hay que detenerse en ella: la liberación es sólo un preliminar para la libertad.

La libertad, como hemos dicho, decide en cada caso la relación que el individuo establece con personas o cosas. Su esencia ha constituido siempre problema. Generalmente se describe como una opción en un cruce de caminos, pero hay que preguntarse si los dos términos de esta opción -el bien y el mal- son dos caminos de libertad. Parece que no; de hecho, se elige entre avanzar en la libertad -la decisión recta- o renunciar a ella -la decisión mala-, entre vivir o despeñarse. Para conservarse libre hay que elegir lo bueno; la decisión viciada agarrota la libertad en mayor o menor grado y puede llegar a asfixiarla: la opción real versa sobre seguir siendo libre o volver a la esclavitud.

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