domingo, 13 de junio de 2010

Las tres formulaciones.

Tres formulaciones, encontradas todas en el Nuevo Testamento, han caracterizado la relación del hombre con Dios-Padre: obediencia, fidelidad e imitación.

La más genérica de todas es la obediencia, entendida en el sentido de respuesta, según el valor del término griego. La fe es una respuesta afirmativa a la revelación de Dios; puede añadirse aún el matiz de entrega: respuesta que es entrega vital. Pero no se precisa en qué consisten la respuesta y la entrega. Precisamente la ambigüedad del término griego, que se aplica a muy diversos tipos de relación, ha llevado a interpretarlo como la sumisión del hijo menor al padre, como el dictado de una voluntad en sus mínimos particulares, acercándose a la concepción farisea.

Las otras dos formulaciones son más precisas: la fidelidad se basa en el compromiso interior hacia otra persona a quien se estima, y connota el sentido del honor. Es un término más apto que obediencia en el supuesto de la mayoría de edad, pero puede tomar un matiz voluntarista e incluso degenerar en observancia exterior, como ocurrió a los fariseos.

El concepto que mejor acentúa la libertad de la relción adulta con Dios parece ser el de imitación. El hijo quiere reproducir los rasgos del padre, porque lo ama y está orgulloso de llamarse su hijo.

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