"PARA NOSOTROS HAY UN SOLO SEÑOR, JESUCRISTO" (1 Cor 8,6).
El capítulo primero ha expuesto el aspecto profético de la vida cristiana: testimonio de obra y de palabra. El segundo, el aspecto sacerdotal, la vida como culto. El presente capítulo quiere considerarla como una participación y colaboración en el reino de Cristo Señor. Si el enfoque profético comunicaba el contenido del mensaje reconciliador y el sacerdotal iluminaba la sacralidad del mundo y del hombre, considerar la vida como fidelidad a un Señor precisará la actitud del cristiano, la calidad de su lucha y las armas de que dispone.
Desde puntos de vista diferentes se expone la misma realidad; unas facetas del objeto completan a las otras y todas las constituyen.
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